Soneto
a Cristo
No
me mueve, mi Dios, para quererte
el
cielo que me tienes prometido,
ni
me mueve el infierno tan temido
para
dejar por eso de ofenderte.
Tú
me mueves, Señor, muéveme el verte
Clavado
en una cruz y escarnecido,
Me
Mueve ver tu cuerpo tan herido,
Me
Muéve tus afrentas y tu muerte.
Me Muéve, en fin, tu amor, y en tal manera,
Que
aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y
aunque no hubiera infierno, te temiera.
No
me tienes que dar porque te quiera,
Pues
aunque lo que espero no esperara,
lo
mismo que te quiero te quisiera.
Anónimo
del S. XVI
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Sublime
Gracia
¡Sublime
gracia, del Señor
Que
a un pecador salvó!
Fui
ciego mas hoy veo yo.
Perdido,
y él me halló
Fue
la gracia la que enseñó a mi corazón temer,
Y
la gracia mis miedos alivió;
Qué
preciosa gracia apareció
La
hora en que creí.
Muchos
peligros, fatigas y trampas
He
experimentado y superado;
La
gracia me ha hecho fuerte
Y
es ella la que me llevará hasta casa.
El
Señor me ha bendecido,
Su
palabra me asegura la esperanza;
Él
será mi escudo
Mientras
la vida dure.
Cuando
este cuerpo y corazón se hayan consumido,
Y
la vida me abandone,
Tendré,
bajo el velo,
Una
vida plena de alegría y paz.
Esta
tierra pronto se disolverá como la nieve,
El
sol ocultará su brillo;
Pero
Dios, quien me llamó acá abajo,
Estará
por siempre en mí.
Autor: Jhon Newton
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Castillo
fuerte
Castillo fuerte es nuestro Dios,
Defensa y buen escudo.
Con su poder nos librará
En todo trance agudo.
Con furia y con afán
nos Acosa satán:
Por armas deja ver
Astucia y gran poder;
Cual él no hay en la tierra.
Nuestro valor es nada aquí,
Con él todo es perdido;
Mas con nosotros luchará
De Dios el escogido.
Es nuestro Rey Jesús,
El que venció en la cruz,
Señor y Salvador,
Y siendo El solo Dios,
El triunfa en la batalla.
Y si demonios mil están
Prontos a devorarnos,
No temeremos, porque Dios
Sabrá cómo ampararnos.
¡Que muestre su vigor
Satán, y su furor!
Dañarnos no podrá,
Pues condenado es ya
Por la Palabra Santa.
Esa palabra del Señor,
Que el mundo no apetece,
Por el Espíritu de Dios
Muy firme permanece.
Nos pueden despojar
De bienes, nombre, hogar,
El cuerpo destruir,
Mas siempre ha de existir
De Dios el Reino eterno. Amén.
Autor: Martín Lutero
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Cariñoso
Salvador
Cariñoso
Salvador,
huyo de la tempestad
a tu seno protector,
fiándome de tu bondad.
Cúbreme, Señor Jesús,
de las olas del turbión;
hasta el puerto de salud
guía Tú mi embarcación.
Otro asilo ninguno hay;
indefenso acudo a Ti.
Mi necesidad me trae,
porque mi peligro vi.
Solamente en Ti, Señor,
tengo yo consuelo y luz.
Vengo lleno de temor
a tus pies, Señor Jesús.
Cristo, Salvador, en Ti
sólo puedo yo confiar.
¡Oh! protégeme a mí
en el turbulento mar,
hasta que la tempestad
de la vida terrenal
cese con tranquilidad
en el puerto celestial.
Autor:
Charles Wesley
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Tarde
te amé
¡Tarde
te amé, hermosura tan antigua y tan nueva,
tarde
te amé! y tú estabas dentro de mí y yo afuera,
y
así por de fuera te buscaba; y, deforme como era,
me
lanzaba sobre estas cosas que tú creaste.
Tú
estabas conmigo, mas yo no estaba contigo.
Me
retenían lejos de ti aquellas cosas que,
si
no estuviesen en ti, no existirían.
Me
llamaste y clamaste, y quebraste mi sordera;
Brillante
y resplandeciente, y curaste mi ceguera;
Exhalaste
tu perfume, y lo aspiré, y ahora te anhelo;
Gusté
de ti, y ahora siento hambre y sed de ti;
Me
tocaste, y deseo con ansia la paz que procede de ti.
Autor:
Agustín de Hipona
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Te
Adoro porque me amas
Te
adoro porque me amas y de la muerte me salvaste;
Me
oyes cuando clamo y tu Espíritu me toca
Siento
tu presencia mi señor amado
Y
siento que miel sale de tu boca
Has
llenado de tu gracia a mi alma
Tu
presencia para mi es adicta y quiero que sea mía
Por
que renueva mi cuerpo y mi alma
Con
tu voz que parece melodía
Te
adoro porque me amas y con tu sangre me compraste
Estas
como impregnándote en mi ser y mi corazón es tuyo
Me
oyes cuando clamo y tu Espíritu me sustenta
Déjame
que te adore a ti Corazón puro
Déjame
que le hable a tu corazón
Claro
como el sol hermoso y sencillo
Eres
como las estrellas en sus noches de sueños
Y
tu amor es cercano como el dedo y el anillo
Te
adoro porque me amas y de la muerte me salvaste
Distante
soy del dolor y ya no estoy muerto
Una
palabra tuya bastara para sanarme
Y
estoy gozoso gozoso que sea cierto
Autor:
Felipe Mendoza Torres
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Mirad
al hijo Prodigo
Mirad al
hijo pródigo,
del padre se apartó.
Miseria, engaño y escasez
fue lo que allí encontró.
Yo me levantaré;
iré a mi padre y le diré:
«Contrito heme aquí:
yo he pecado contra el
cielo,
y también contra ti».
Desesperado dijo así:
«Con hambre siempre estoy;
perezco si me quedo aquí,
junto a mi padre voy».
«Delante
de Él yo me pondré,
pidiendo su favor.
Humilde me confesaré
indigno de su amor».
Al ver a su hijo regresar,
el padre se alegró.
Dispuesto estaba a perdonar;
de besos le colmó.
Autor
Jhon Newton
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Bartimeo
Esta
es la historia de un hombre sin ganancia
Seguramente
no gozaba de buena fragancia
Ni
tampoco de un fino vestuario
Pero
a continuación sucederá lo extraordinario
Clamó desde la distancia ¡Jesús ten compasión¡
Los evangelios relatan esta hermosa sanación
No
solo clamaba por sus ojos, también por su alma
El
anhelaba sanidad y su espíritu la calma
Inmediatamente
tira la vieja capa
Jesús
le dice ¿que quieres que te haga?
Que
recobre la vista Señor
Bartimeo
fue sanado por el glorioso sanador
Autor:
Felipe Mendoza Torres
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De
tal manera
De
tal manera al mundo amó
Que
de su gloria se desvistió
En
un pesebre él nació
Como
nosotros él vivió
En
las calle de palestina, el predicó
A
los enfermos, él sanó
Con
nosotros el maestro caminó
Por
amor hasta la muerte él obedeció
En
la cruz, el Amado sufrió
Por
el pecado del mundo, el salvador murió
El
castigo de nuestra paz, sobre el cayó
Pero
a los ojos de muchos el Resucitó
Su
sacrificio a nosotros salvó
Solo
por fe, él lo prometió
Yo
creo, él es el Redentor
De
tal manera me amó, Jesús el Señor
Autor: Felipe Mendoza Torres
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